Con el cuerpo aún dolorido y el sonido del viento en la sien quiero hacer balance de este último viaje.
Todo o casi todo ha versado sobre el próximo Congreso. Para los mayores un Congreso más con el que no cambiará nada o casi nada. Para los jóvenes un teatro en el que los actores principales cambiaran sus papeles para los próximos años.
Todos coinciden en lo mismo, Mohamed Abdelazid debe seguir de Presidente porque aunque mal gestor con el territorio del Sahara Occidental es el mejor político para tener unido a todo el pueblo saharaui.
En este viaje ha soplado el viento. Un viento inmisericorde a veces pero a todas luces insuficiente para que se produzcan cambios relevantes en la cúpula del Frente Polisario. Por otra parte mucho españolito de proyecto "güay" y de toyota oficial. Proyectos para una foto, proyectos cuyos seguimientos quedarán olvidados en el cajón de cualquier despacho. Me he movido entre la fina arena que arrastraba el irifi, he querido aprender de tanto y tanto intelectual con proyectos que dios solo sabe a donde llegan y en que lugar se ejecutan. En la Hamada argelina, en los campamentos no he visto ningún cambio a ese respecto. Tan solo el Nido que abre sus puertas y el Simón Bolívar iniciando el duro trabajo del curso. Si he visto salas de ordenadores llenas de polvo, telares sin lana, dispensarios sin medicinas, equipos de niños sin balones y colegios sin material. Quizá antiguos proyectos a la espera de nuevos remordimientos.
Se que estáis esperando que os hable de la seguridad. Pues poco tengo que decir. No he visto mucha más seguridad de la que hemos gozado en viajes anteriores. Pienso que mas de cara a la galería , cuatro policías escoltas en el viaje del aeropuerto a los campamentos, algún soldado de guardia en la Wilaya el día de la llegada, llamadas diarias del alcalde del barrio a la familia y horario oficial de estar en casa al finalizar cada jornada.
El viaje ha dado para mucho, según se mire. Hoy mis emociones se pelean y la alegría del viaje a La Meca de Brahim, la ilusión de Decala de asistir al Congreso topan de frente con la serenidad de mi hijo soldado, con la tristeza de Fatma y con la marcha de algunos de mis venerables. Así es la vida y en no pocas ocasiones el alma duele en exceso.