jueves, 27 de enero de 2011

ME ESPERABAN

Tomaba el te sobre las seis de la tarde y un frío inmisericorde que penetraba en los huesos hacia toser a Liunes. Era la hora de partir al encuentro con mis venerables. Había estado todo el día nervioso a la espera de recibir la invitación de Mohamed, aunque estaba convencido que de no producirse estarían esperándome.

Unas horas antes cuando estaba sentado en la puerta de la haima me sorprendió Jalil el nieto de Bucharaya, “Bilbo no se te olvide llevar chocolate y tabaco”, después me saludó y tomando unos caramelos partió en la misma dirección que trajo.

Prometí a los niños que no tardaría en volver pero la verdad es que el te con mis venerables no tiene marcado un tiempo.

Quería sorprenderles, cuando llegué a la puerta de la haima una voz ronca tiró por tierra mi sorpresa “pasa Bilbo, como siempre llegas tarde” gritó Bucharaya en el perfecto castellano que aprendió cuando joven junto a los compañeros españoles en la Tropas Nómadas del Sahara.

Me saludó uno por uno, como debe ser, las mismas preguntas y las mismas respuestas, “bien” “si” “muy bien”. Como siempre, Mohamed me quiso a su lado y tomo mi mano para llevarla a su pecho “todo bien Bilbo” “todo bien Mohamed ”.

En nuestros tes no hay un segundo de silencio, todos queremos saber del tiempo de ausencia, pero sobre todo querían que les hablara de Gdeim Izik y del Aium. Se pisaban las preguntas si que hubiera terminado la respuesta a la pregunta anterior y eso solo lo hacen cuando preguntan sabiendo cual es la respuesta. A mis amigos no les podía engañar porque en cada te desnudamos nuestras almas.

Estaban informados de todo cuanto sucedió y tampoco tuvieron reparo en contarme lo que ellos pensaban. “Bilbo, solo Allah y las armas nos podrán devolver nuestra tierra. Los gobiernos no quieren solucionar nada y España apuñala una y otra vez la Pueblo Saharaui” “somos mayores para tomar la responsabilidad en el frente” “nuestros jóvenes tienen el alma forjada para la lucha” …..

Sentía una impotencia inmensa y en un acto reflejo intenté limpiar una maldita lágrima que resbaló hasta la comisura de la boca. En un momento todos callaron como si se hubiesen puesto de acuerdo previamente “Vamos Bilbo ¿donde está ese chocolate y la manilla?

Mohamed volvió a tomar mi mano para que apretara la suya y la llevara a mi pecho. El chocolate y las risas posteriores no endulzaron el amargor que dejó la lágrima.

No hay comentarios: