Como ya viene siendo habitual y después de las resacas
postmanifestación, uno rebobina para después tratar de sacar alguna conclusión
que satisfaga el entusiasmo y fervor
previo a la caminata de Atocha.
Otro año que las cañas se tornan lanzas y muy pronto ese
fervor se transforma en helio que aupa al cielo de Madrid los gritos de los
manifestantes. Este año hemos sido menos pero hemos tratado de parecer más. Se
han voceado cientos de consignas a favor de un Pueblo que también denota que este es un encuentro y reencuentro venido a
menos.
Cada año que pasa faltamos más. Pero especialmente, siguen faltando los mismos, los de siempre, los que dicen estar por una solución justa y
aceptada mutuamente por las partes dentro del marco de la Onu. Faltaron los hipócritas
que se aferran al poder por unas cuantas monedas. Los que no faltaron, fueron todo un pueblo que desde el desierto lanzaba su grito de esperanza para que se escuchara en Madrid, porque Madrid debe ser quien les devuelva lo que hace treinta y ocho años les arrebató. Tampoco faltaron los activistas que día a día se juegan la vida en los territorios ocupados
Cuando desandaba lo andado
un tanto decepcionado, de algo
estaba seguro, en Atocha, un año más, habi aestado la voluntad de un puebloy junto a esa voluntad, el legítimo derecho de otro Pueblo, el de los saharauis, a volver a su tierra libre y soberana.
¡¡¡NUNCA ESTARÁN SOLOS!!!
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