De nuevo en casa y pasada una semana en los campamentos no se por donde empezar.
El maldito irifi no me dio tregua y aún sopla en mi mente lanzando la arena contra mi rostro. El viento que curte a los saharauis en la Hamada argelina se me ha mostrado inmisericorde con toda su crudeza.
Espero poner en orden todo lo acontecido y poco a poco haceros participes de este último viaje.
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