lunes, 1 de diciembre de 2008

MARAVILLOSA LECCIÓN


Uno de tantos días que al iniciar el paseo de la tarde, quise reencaminar mis pasos hacia el mercado donde a buen seguro iba a encontrarme a mis venerables amigos. Así fue.
Saludos más de amistad que de cortesía y pronto Mohamed, me llamó a su lado. En ese momento no le tocaba jugar y nos enzarzamos en una conversación sin reglas –como a ellos les gusta decir-. Hablábamos de la solidaridad del pueblo español. Le comentaba que aún me parecía poco y que sería magnífico que nuestros políticos dieran un paso adelante. Mohamed que casi todo lo ve con buenos ojos me decía que no existía una vara de medir la solidaridad y por consiguiente cualquier ayuda prestada desde el corazón, siempre es buena y suficiente. No quise terquear pero él sabía que me callaba por prudencia. “bilbo, una vez murió la esposa de un anciano y un niño vecino al ver al anciano llorar en el patio de su casa, se acercó, se sentó junto a él abrazándose a sus piernas y comenzó a llorar. Un rato después cuando su madre le preguntó que le había dicho al vecino, el niño le contestó. "Nada sólo le ayude a llorar".
La maravillosa lección de Mohamed me ayudó a entender un poco más a esta casta especial.

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