miércoles, 31 de marzo de 2010

MIENTRAS SUEÑO



Me siento extraño en estos días en los que se conmemora la pasión de Jesús. Me cuesta ubicarme. No soy de mucho bullicio y me cuesta admitir tanta parafernalia "semanasantera." (Que no la emotiva religiosidad de muchos de los penitentes).
En años anteriores, esta semana, la he pasado en los campamentos, revisando los proyectos y descansando junto a mi familia saharaui. La familiaridad es tal, que unos y otro, otros y uno, estamos al revés y entiendo que les pase, porque a mí me está costando de lo lindo.
Homad y Mohamed están nerviosos, me lo trasmiten cada día en las llamadas que recibo, les explico una y otra vez el ¿por qué? de no haber ido y les cuesta entender que la semana en la que los españoles llegan a los campamentos, yo no esté con ellos, adivinando cierta decepción en sus rostros.
Como nunca he viajado por línea regular, no se imaginan que pueda aventurarme de esta manera, les intuyo sus dudas, aunque Abdala les tranquiliza tanto a ellos como a su familia.
Me toca esperar que no tenga ningún contratiempo y cuento impaciente los días que faltan para que llegue la fecha de mi viaje. Cierro los ojos, doy rienda suelta a la imaginación y me veo, tomando té flanqueado por Homad y Mohamed, discutiendo con mis venerables devolviendo las miradas de su complicidad y otras caminando por Smara o Ausserd observando el juego de los saharauillos. Soñar es gratis y mientras sueño, me siento más cerca de ellos.

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