sábado, 19 de abril de 2008

EL DOLOR DE SABERSE VIVO Y MUERTO A LA VEZ


Cosillas de mis viajes

Hubo un momento, que quedé solo sentado a la puerta de la jaima. Todos dormían (eso creía yo) y la mente me trasladó a mis molinos, a los que veo todos los días nada mas levantarme, y se me hicieron gigantes por un momento, podía ver con toda nitidez al hidalgo cargar contra ellos y cómo desde su maravillosa locura quedaba maltrecho y dolorido en el lance. No pude evitar un intenso escalofrío al verme lejos de ellos y creo que hasta se me humedecieron los ojos solo de pensar que sería de mi si nunca mas los viere.
En ese momento intenté meterme en la piel de Mohamed, o en las de Homad y Abdala y aunque lo había hecho ya en múltiples ocasiones, en ese instante sentí el dolor del alma. Pense en Mohamed, “saberse vivo y muerto a la vez”( frase que me repite un día si y el otro también), que crueldad perder la tierra propia, flotar en suelo extraño, dejar de respirar el aire que se respiró cuando era niño, y aunque se sigue viviendo, esa ya no es vida, porque esa vida ha dejado de ser auténtica.
-La tierra que no puede tocarse con las manos se lleva dentro del pecho-, -es cierto Bilbo, pero entonces ya no es tierra sino dolor-.
El desterrado no vive, sobrevive, aferrado a una esperanza que le da vueltas y más vueltas dentro de la cabeza. Homad y Abdala no han conocido nunca la libertad, sino la opresión, no han visto aún la justicia, viven en un mundo atemporal, hijos de otro mundo que se va haciendo permanente, sus vidas son escuelas donde se aprende pero también donde se sufre….
“Bilbo porque hablas sólo” Volví a la tierra y allí estaban los dos, Homad y Abdala, sentados junto a mi a la puerta de la jaima. “Solo pensaba en voz baja” (creo)… Y otra vez los molinos aparecieron en mi mente, pero yo sabía que esos molinos en breve volverían a estar frente a mi nada mas levantarme, lo suyo es diferente….

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