lunes, 28 de abril de 2008

PUESTAS DE SOL




Impresionante, sería la única forma de poder definir un atardecer en el desierto. Es un espectáculo sin igual que he tenido el placer de disfrutar y, no sólo por el paisaje, sino por las sensaciones que se viven. El desierto de la Hammada ya te transmite muchas sensaciones contradictorias, por un lado te aporta una infinita paz y una tranquilidad desbordante, ya que el único paisaje que puedes ver es la arena y la piedra que cubre todo hasta fundirse con el cielo, pero por otro lado sientes una sensación de gran intranquilidad por estar en un lugar tan inhóspito. Estas sensaciones que produce el desierto se magnifican cuando se disfruta de una puesta de sol. No es una ilusión óptica, es la magia del desierto. Una magia que es capaz de reproducir cómo se esparcen las ondas azules en el horizonte y el resplandor del sol poniente se transforma en una luz roja y anaranjada, púrpura y magenta, los colores del hierro candente. El fenómeno tiene nombre –efecto Rayleigh- pero no la emoción que produce contemplar este espectáculo crepuscular en el horizonte
El sol cae suavemente bordeando las dunas, flotando en el aire hasta que se hunde en ellas, quedando impresa en la mente la satisfacción de haber asistido a un momento siempre único aunque el sol haga su aparición cada día.

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