lunes, 12 de mayo de 2008

UN TÉ CON JAIDUMA


Me disponía a organizar las notas y los apuntes que había tomado durante el día cuando cantidad de gritos en alguna casa cercana llamaron mi atención. La curiosidad hizo que rápidamente saliese al patio y las mujeres de mi casa corrían deun lado para otro.
- bilbo se quema la cocina de Jaiduma.
Corrí junto a ellas hasta la jaima de nuestra vecina. Todo era humo, pero gracias a dios la situación la tenían controlada. Unas mantas y un poco de agua habían sofocado el pequeño fuego de la cocina. Jaiduma lloraba desconsoladamente mientras los niños agarrados a su melfa no perdían paso a su madre. Traté de hacerme cargo de los niños y pronto estaban todos jugando en mi cuarto con unos globos. Desde la puerta podía observar el ir y venir de Numma, Decala, Maluma, con pequeñas bolsas bajo el brazo hacia casa de Jaiduma.
Antes de que preguntara, Homad, adivinando mi intención decía “ahora tenemos que ayudar a Jaiduma, hay que poner en su cocina algunas cosas que se han estropeado para que esté igual que antes, además se está haciendo de noche y hay que llevar cena”. Asentí con la cabeza y me sentía triste porque no es justo que sucedan estas cosas. Homad me explicaba que el horno de Jaiduma ardió. Estaba haciendo un pastel.
Esa noche no me apetecía cenar, estaba disgustado de verdad, quería salir fuera y gritar con todas mis fuerzas, y de verdad que tuve que contenerme para no hacerlo.
Terminamos la cena y decidimos pasar por casa de Jaiduma. Allí estaban todas las vecinas, solidarias, dispuestas, desprendidas. La cocina estaba perfecta, limpia, muy limpia y ordenada, como si nada hubiera pasado y todo fruto de la ayuda incondicional de sus amigas.
Momentos después estábamos tomando té en la jaima. Hablamos de lo sucedido y poco a poco cada vecina con un pequeño saludo abandonaba la casa. Nosotros también nos marchamos. Días después supe que el pastel que Jaiduma estaba haciendo cuando ardió su pequeña cocina era un regalo para mí.

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