Cuando “entré en quintas” me sentí alegre, una persona importante, empiezas a ser un hombre, decía mi padre, aunque posteriormente tuve que aprobar el examen de hombría en el Cuartel General del Ejército. Creo que aprobé con nota, pero no sentí nada nuevo al día que me tallaron. Y eso ¿era hacerse un hombre? Tenía muy claro que empecé a ser hombre unos años antes, para eso me sirvió la mili, para demostrarme que uno se hace hombre cuando es capaz de tomar decisiones importantes que pueden hacer cambiar el rumbo de tu vida y no por el mero hecho de besar una bandera y “servir a tu patria”, eso sí, compartí en cada momento el orgullo de mi padre de tener un hijo soldado.
Hoy, remirando las fotos que traje esta semana santa de los campamentos me asaltó este recuerdo y me siento tan orgulloso o tal vez más que se sintió mi padre por tener un hijo soldado.
Hoy, aquel mocoso que vino a mi casa por el año 2000 y que llegaba de los campamentos de refugiados con una mochila cargada de alegría, es soldado. Un soldado saharaui.
Pero que esté orgulloso no quiere decir que no esté triste a la vez, pues ambas cosas son perfectamente compatibles. Pero es que también siento rabia, una rabia que genera la forma y el momento en que mi hijo decidió hacerse soldado.
Han sido muchas las horas de conversación con Homad, muchos los planteamientos alternativos. Él perfectamente podía haber sido otra cosa, pero no ha querido. Quería ser soldado y lo es. Se siente orgulloso de estar ahí para defender la libertad y representar a su pueblo con su uniforme de soldado
Me siento orgulloso de la libre elección de mi hijo y del riesgo que ello conlleva, pero la vida también es importante y se debe defender al igual que la libertad. Un soldado sabe los riesgos que corre en una posible guerra y los acepta lo mismo que lo aceptamos sus familias, lo que no podemos aceptar es que jóvenes que deberían pensar en otra cosa, estén preparados para lo peor en este caso, porque unos sinvergüenzas no quieren hacer cumplir la legalidad internacional.
Homad, como otros muchos jóvenes son el ejemplo de un pueblo que quiere a toda costa que se restablezca el agravio que están sufriendo, aún a cambio de su propia vida.
Siempre estuve en contra de las acciones belicosas, hoy como es normal ese sentimiento se magnifica.
Hoy, remirando las fotos que traje esta semana santa de los campamentos me asaltó este recuerdo y me siento tan orgulloso o tal vez más que se sintió mi padre por tener un hijo soldado.
Hoy, aquel mocoso que vino a mi casa por el año 2000 y que llegaba de los campamentos de refugiados con una mochila cargada de alegría, es soldado. Un soldado saharaui.
Pero que esté orgulloso no quiere decir que no esté triste a la vez, pues ambas cosas son perfectamente compatibles. Pero es que también siento rabia, una rabia que genera la forma y el momento en que mi hijo decidió hacerse soldado.
Han sido muchas las horas de conversación con Homad, muchos los planteamientos alternativos. Él perfectamente podía haber sido otra cosa, pero no ha querido. Quería ser soldado y lo es. Se siente orgulloso de estar ahí para defender la libertad y representar a su pueblo con su uniforme de soldado
Me siento orgulloso de la libre elección de mi hijo y del riesgo que ello conlleva, pero la vida también es importante y se debe defender al igual que la libertad. Un soldado sabe los riesgos que corre en una posible guerra y los acepta lo mismo que lo aceptamos sus familias, lo que no podemos aceptar es que jóvenes que deberían pensar en otra cosa, estén preparados para lo peor en este caso, porque unos sinvergüenzas no quieren hacer cumplir la legalidad internacional.
Homad, como otros muchos jóvenes son el ejemplo de un pueblo que quiere a toda costa que se restablezca el agravio que están sufriendo, aún a cambio de su propia vida.
Siempre estuve en contra de las acciones belicosas, hoy como es normal ese sentimiento se magnifica.
1 comentario:
Escribo hoy directamente por primera vez. Sigo de cerca tu blog. Podría hablar contigo de las estrellas, de los mártires, de los tés, pero tú ya lo haces muy bien. Pero aquí sí, aquí me paro y escribo unas líneas. Y es que se trata de él. Qué mal trago. Pero bueno, fue su elección. ¿Orgullosa? ufffff, pues sí. Pero como dices tú con un tremendo miedo. No estoy de acuerdo con la guerra, con la lucha, y tal vez mi consejo a voz de pronto sería "NO LO HAGAS". Pero debería haber vivido casi 18 años como él para justificarlo completamente. Debería haber vivido 18 años donde ha vivido él para saber qué siente. Porque por mucho que pueda ponerme en su lugar, es imposible. Él, Humad, no hace con su elección sino recordarle al mundo que se ha vuelto loco. Que aún la gente "civilizada" va a consentir que un chico de 18 años se mate por defender la libertad. Y dirán ustedes: es su elección. NO SEÑORES, ES NUESTRA RESPONSABILIDAD.
Pero apoyaré tus elecciones, aunque me duelan.
Publicar un comentario